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Nada más empezar, me topé con tres seres extrañamente vestidos; eso me pareció en un principio, que siempre iban juntos. Me seguían, hablaban, y  daban directrices.

Todo era como ellos dijeran, y o lo acataba, o no podía continuar.

Aunque  no me sentí molesta por cumplir sus exigencias,si he de ser sincera, algo pedantes sí que eran, pero solo algo.
Procuré seguir sus instrucciones, y me dejaron pasar.

La Fotógrafa, Fotografía.

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No imaginaba yo, que un poco más adelante, en un edificio anexo al que se accedía atravesando por el principal, o rodeándolo, me encontraría con mi primer “trauma”.

¡Maldita señora!

El caso es que en un principio, despertó mi curiosidad y mi interés, pero por más que intentaba acomodarme a ella, resultaba imposible,  insoportable. Aquellas hirientes gafas rojas… Esa mujer, me produciría unos tremendos dolores de cabeza, de ojos. Pondría mi estómago del “revés”, me crearía un  mal humor considerable, y las primeras llantinas del recorrido. Por suerte, después de un tiempo, no tuve que verla más...Bueno, verla sí, pero de lejos.

Estatua, Dibujo.

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En esas primeras semanas, nos fueron presentando a una variopinta selección de personajes, que nos acompañarían; unos más que otros, durante largo tiempo.

Bueno, se podría decir que  nosotros mismos, los que concursábamos, ya éramos unos personajes.

Pues bien. Un día, nos llevaron a una sala enorme, donde pudimos observar, una serie de figuras tan hermosas, perfectas, y blancas, como calladas, e inmóviles.

Debíamos estar;intentar al menos, guardar silencio, y estar pendientes del más mínimo detalle. Como si vigilásemos que no se bajasen en ningún momento de sus pedestales, expectantes ante cualquier movimiento. Sin articular palabra seguimos observándolas minuciosamente.

El señor de la Porquería.

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El ser más sucio, y repulsivo del lugar, pasaba entre nosotros.

Arrogante como ninguno, y dejando un rastro de polvo negro, por dónde quiera que pasaba.

Lo más curioso, es que al final, todos acabamos acostumbrándonos a él, resultando ser el menor problema de cuantos fueron apareciendo después. Más bien todo lo contrario.

Se nos hizo soportable, y cercano. Cotidiano.

Rectas y Curvas, Dibujo Técnico.

 

Caminando por uno de los pasillos, un extraño y sinuoso ser, con cara de listillo, apareció ante nosotros.

A mí no me dio muy buena “espina”, pero al parecer era obligatorio pasar su prueba. 

No podía entenderle. El caso es que entre él, y la señora de las gafas rojas, me hicieron pasar aquel tramo del camino como nunca hubiera imaginado.

Ciertamente, esta primera parte de mi recorrido, se me hizo eterna, pero curiosamente al mismo tiempo, cuando quise darme cuenta, estaba dispuesta para atravesar la puerta hacia la segunda fase.

Abrí mi maleta, y había reducido el número de temores, el de inseguridades; aunque todavía tenía bastante cantidad de ambas. Las ilusiones estaban intactas, bueno a decir verdad, alguna decepción, se me había colado en la maleta. 

Tuve que utilizar unas cuantas dosis de paciencia, que había guardado, y de la  que utilicé mucha más durante mi particular odisea.

Una vez hube organizado aquel contenido de nuevo, me dispuse a continuar aquel interesante viaje.

Según avanzaba, pude ver, como algunos de los lugares donde había estado se cerraban, como desaparecían varios de los personajes que había conocido. Incluso, algunas personas que habían caminado junto a mí, se iban alejando.
Sentí tristeza en algunos casos. Alivio en otros.

Entregué mis puntos en la entrada, y continué caminando.

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