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Robot Humanoide, Proyectos.

 

No había comenzado a caminar y quise marcharme, abandonar. Me daba igual todo lo pasado. 

Me derrumbé. Veía como los demás seguían caminando, y yo solo quería irme.

Pero tuve que reconocer y aceptar, sin un solo atisbo de duda, que aquel juego y yo no
terminábamos de encajar. No eran las reglas del juego, no era el juego en si mismo, ni el camino. Ninguna de aquellas cosas tenía que ver con aquella certeza. 

¿Por qué tardé tanto en darme cuenta de lo que era evidente?... No lo se.

Lejos de seguir derrumbada, me sentí feliz. A fin de cuentas, ya sabía las respuestas a mis preguntas.

Me levanté, recompuse mi equipaje (muy distinto del que traía al comenzar,)  y poniendo en fila mis fuerzas, me hice la firme promesa de no abandonar, y terminar lo que había empezado tres años atrás.

Parecía que mis ánimos estaban enteros. Estaba contenta con las pruebas que me habían dado a escoger.

Cómo imaginar que algunas me quitarían; es más, vaciarían casi por completo, lo poco que quedaba en mi maleta.
Una de las pruebas, llegó a durar tanto como varias de la primera fase.  Fue dura, y no era lo que me planteé en un principio, pero por lo menos fue divertido.

El Reflejo y La Oscuridad, Teorías del Arte Contemporáneo.


A la vez, todos los participantes de esta última fase, teníamos otra prueba que nos producía unos quebraderos de cabeza impresionantes a casi todos.

Muchos nos preguntábamos el porqué de aquella prueba, pero después, poco a poco, le encontramos todo su sentido, resultando ser una clave muy importante, para mejorar el planteamiento de las restantes.

Para realizarla, nos acompañaron siempre dos intrigantes personajes, el Reflejo, y la Oscuridad,  que se entrelazaban y entrelazaban, hasta que terminabas viéndolos en todas partes.

La Tejedora, Artista, creatividad y educación.

​

Al poco, me crucé con una chica joven que tenía la habilidad de hacerme sentir cómoda, llena de confianza.

No podía creer, cómo esa chica tan alegre, tan llena de colorido, y hasta algo alocada, consiguiese destapar parte de mi misma junto al resto de participantes.
Habría sido algo impensable en otras ocasiones, ya que eran cosas que siempre me daba vergüenza reconocer.
Siempre estaba tejiendo. Lo que tejía significaba para ella; según nos explicó, la representación física del tiempo que pasaba con nosotros. Aquello, fue más que una prueba, fue un gran respiro.

Las desilusiones y los dolores de cabeza volvieron a hacer mella en mí.
¿Cómo podría hacer para que aquel proyecto encajase conmigo…con ese maldito androide?

La Mujer, Trabajo Final de Grado.


Poco después, conocí a una mujer que iba a valorar, si podría terminar el juego contando mí paso por el mismo como yo quería hacerlo. El temor de no saber cómo enfocarlo me invadía.

Con esa prueba terminaría para mí, y para todos los que estábamos a las puertas de acabar aquel largo juego, la posibilidad de culminarlo con éxito, o de tener que volver a la repesca de participantes.

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