top of page

La Bailarina de Alambre, Modelado del natural.

​

En otro momento de aquella prueba, observé que una pequeña bailarina, estaba sentada, llorando.  Su tu-tú, estaba algo roto, y no quería bailar así. Además estaba atada con alambres por todos lados. Hice cuánto pude por animarla, pero ni siquiera me miraba. Solo articuló una palabra: “Quizás”.
Y volvió a bajar la cabeza.

Había estado a punto de abandonar la prueba. No podía más. Entre las dos me estaban volviendo loca, no me veía capaz, y me costó muchísimo superarla.
En cuanto pude, salí de allí.

La mujer de Barro, Modelado del Natural.


Comienzo de la segunda fase, y empecé a darme cuenta de algo que no encajaba. Pero a la velocidad con la que íbamos, no me dio tiempo de parame a analizar, qué era lo que pasaba.

Empecé nerviosa; como siempre. Pero eso no fue problema hasta que me tocó enfrentarme a una mujer, que comenzaba a formarse en el barro, y a la que tenía que  intentar ayudar en su particular metamorfosis. No se dejaba manejar fácilmente, como si no confiase en mí, y me resultaba muy difícil convencerla.

Porcelana, Audiovisuales.


Al poco conocí a una pareja. Eran bailarines. El joven, no dejada de hacerme señas, no sabía qué hacer ya para llamar mi atención. La verdad, es que yo no sabía qué quería, pero no me dejaba continuar, asi que no quedaba otra que ayudarle, pero fue imposible. Hasta que ocurrió... su pareja, se fue despedazando poco a poco, quedando reducida a pedazos. 

​

Planos, Pintura.


Otra de las pruebas a las que debíamos enfrentarnos, imponía mucho más que solo respeto.

Teníamos que cumplir a rajatabla, todas y cada una de las reglas, sin excepción.

Las puñeteras claves para continuar eran, planos, planos, y más planos…
Fui superándola como pude. Pero al final sirvió de mucho ese sobreesfuerzo.

Sabio, Técnico.

​

A los pocos días, nos citaron para comunicarnos otra prueba.
En el edificio anexo nos esperaba un sabio... sí, un sabio, por lo visto una ayuda por su parte estaba permitida en estas pruebas, y menos mal. Aunque el asqueroso personaje que mencioné antes no dejó de pasearse entre nosotros, pero bueno, ya era uno más.

Morgana, Escultura.


Y en aquél lugar tan agobiante, fue cobrando vida Morgana.

Gargallo, Escultura.


Entre chispas, y más chispas, y con mucho calor, apareció una chica de cobre y chapas, que me recordaba a alguien a quien admiraba mucho.


Pandora, Escultura.

​

Más tarde, me volví a encontrar de nuevo en aquel espacio tan caluroso.
Esta vez, sin la inestimable ayuda del sabio.

En un rincón, escondida, estaba una mujer muy triste, derrotada, y atada a unos hilos de colores.

Según parece fue su condena por abrir una caja prohibida.

Tuve la suerte de que una participante de la tercera fase, se ofreció a ayudarme para liberarla de los hilos.

Lo conseguimos. Pero ella seguía obsesionada con aquella maldita caja. Y sus hilos de colores la volvieron a aprisionar.

Modelos.

​

Un día caminando, me volví a encontrar con la mujer de barro.

Me sorprendió enormemente cuando me dio a conocer, que había superado su prueba.
¿Yo que había estado a punto de abandonarla, y pasar directamente a repesca de participantes?... Sí.
Fue una liberación enorme. Esa prueba me estaba amargando. Pero por suerte, todo se solucionó. 

Seguí recorriendo aquel camino blanco, que me llevaría a conocer a los últimos seres de la fase, y que decidirían si pasaría, o no, a la tercera.
Los primeros fueron una pareja de modelos, que posaban con una naturalidad que nos hacía pensar que eran estatuas.

Paco, Modelo.


Con ellos, otro modelo que más que por sus poses, me llamó la atención  por su forma de vestir, y sus personales andares.

El loco, Litografía.


Recontando las cosas que había perdido o ganado desde que comencé el juego, me angustiaba lo que me quedaba por recorrer. ¿Lo conseguiría? ¿Lo abandonaría? ¿Dónde estaba aquella ilusión inquebrantable del principio?

La maleta, totalmente descolocada. Todo pasaba tan rápido…

Un señor viejo, despistado y con cara de loco, que por mucho que limpiara su bata blanca, acababa embadurnado de tinta negra, se nos cruzó a unos cuantos... desesperante.

Éramos muchos para todo lo que nos pedía, encerrados en una habitación mínima, sin tiempo, on el estrés por las nubes, con cansancio

​

El sueño, Tecnologías Digitales.

​

Algo no  encajaba, estaba cansada, con más decepciones y menos ilusiones.

Nos llevaron a una especie de circo, o teatro, en recompensa a nuestros esfuerzos. 

Sentados cómodamente, esperamos a que se apagaran las luces para disfrutarlo.

Apareció del techo una  niña. Bailaba sobre nosotros sin cuerdas ni hilos que la sujetasen.  Mientras bailaba, entonaba una preciosa melodía con su dulce voz.  Aquellos ojos... parecía que nos quisiese quitar la voluntad. Repetía una y otra vez aquella frase…“Me veis tan delicada… Pero soy capaz de mataros sin que os deis cuenta…”

Entonces, de repente, sentí unas frías manos apretándome la garganta desde el asiento de atrás, cada vez más y más fuerte. Como pude, miré a ambos lados…No había nadie.
Cuando casi había dejado ya de respirar, desperté.

A la mañana siguiente, y sin haber podido volver a conciliar el sueño, me dirigí al punto de recogida.

Entregué los puntos conseguidos, respiré hondo, y seguí el camino hacia la tercera fase.

bottom of page